sábado, 25 de septiembre de 2010

Ángeles al alcance de todos”

1: Definiciones y origen




El término «ángel» deriva de una traducción griega del original hebreo «mal’akh», que significaba antiguamente «la cara oculta de Dios». En griego, el término «ággelos» se traduce por «mensajero» o «enviado». El latín «angelus» quiere decir algo parecido a «vehículo de información».
De la misma forma que un directivo necesita una secretaria, un «chef» de cocina un pinche, o un presidente unos ministros, el Gran Arquitecto del Universo, el Ser Supremo, Energía Primigenia (Aïn Soph) o como cada uno prefiera llamarle, también precisó de una ayuda cuando decidió crear el mundo. Y esta tarea fue encomendada a las legiones angélicas. En términos coloquiales, se les puede considerar como unos «operarios» divinos, encargados de transmitir a la Tierra los designios del cielo, porque la divinidad no puede llegar a establecer contacto con sus infinitas creaciones si no es a través de los ángeles. Por lo que acabamos de exponer, situar y concretar el momento de la aparición del primer ángel resulta tan difícil como precisar qué fue lo que ocurrió en el momento de la Creación. Pero, tomando como base la obra de Max Heindel, podemos ofrecer al menos un marco de referencia. Según este autor, el esquema evolutivo en el que estamos inmersos se ha de desarrollar a lo largo de un «Gran Período de Manifestación», el cual consta de siete Días. Cada Día estaría dividido en siete partes o revoluciones.
Actualmente, según coinciden muchos esoteristas, nos encontraríamos en el cuarto Día -al inicio del cual apareció la materia tal y como la conocemos- y en la cuarta Revolución. Aunque, en realidad el acceso a esta cuarta etapa no es uniforme ni se ha completado. Este era el plan previsto, pero hace 25.000 años la generación de los Atlantes no dio el salto evolutivo previsto, la humanidad no alcanzó entonces el nivel necesario para pasar a la cuarta revolución, según afirma el grupo de contactados AZTLAN. En su libro «Los Manuscritos de Geenom» dicen que la mayor parte de los seres humanos actuales pertenecerían al esquema 4.3 (cuarto Día, tercera Revolución). El acceso a la dimensión 4.4 depende del nivel de conciencia del ser humano. Pertenecen a ella todos los hombres que han alcanzado un desarrollo intelectual armónico, es decir un equilibrio entre las funciones de sus dos hemisferios cerebrales.
Se asocia el hemisferio izquierdo con lo masculino, con la organización, la búsqueda intelectual, la ciencia, la razón, la lógica, es la parte analítica del cerebro, la que organiza la información y la verbaliza pero es incapaz de generar nuevas ideas. En cambio, al hemisferio derecho se le relaciona con lo femenino, con la intuición, la clarividencia, la precognición, la receptividad, la sensibilidad, la creatividad, la mística, es el cerebro holístico, el del artificio y la novedad. Los dos hemisferios se comportan a menudo como Caín y Abel, el primero no se fía del segundo. Cuando seamos capaces de superar este enfrentamiento ancestral, alcanzaremos un nivel superior.
ManuscritosDicen los «Manuscritos» mencionados que si en la etapa 4.3 el hombre utiliza aproximadamente un diez por ciento de su capacidad intelectual, en la etapa 4.4 este porcentaje aumenta hasta el veinticinco o el treinta por ciento. El 4.4 es por consiguiente el hombre de la Nueva Era. Lograr que la humanidad en su conjunto dé este salto evolutivo depende del hecho que alcancemos un número crítico de personas que respondan a esta nueva mentalidad. Anne y Daniel Meurois Givaudan dicen en su obra «Memorias de Esenio» que si un tercio de los hombres se pusiera a emitir sentimientos de paz y armonía, la estructura de toda la materia quedaría transformada para siempre. ¿Significa esto que la masa crítica a la que nos referíamos tendría que formarla la tercera parte de la humanidad actual? Lo cierto es que a la hora de cuantificar esta masa crítica, nadie, que sepamos, ha aportado datos concretos. Existe otra hipótesis que merece ser tenida en cuenta por su rigor científico: la del denominado «Proyecto Coherencia». Se trata de un experimento que se inició en Estados Unidos a partir de unos postulados físicos que pregonan que si una pequeña parte del todo alcanza el equilibrio, éste se propaga al resto del sistema. El experimento, llevado a cabo por científicos y profesores de universidad, consiste en formar grupos de meditación colectiva para mandar pensamientos armónicos al conjunto social. A través de un complejo sistema de medición sociológica, estos científicos han determinado que la proporción necesaria de meditadores para que se equilibre el conjunto social gira en torno a la raíz cuadrada del uno por ciento del conjunto. Por ejemplo, en una ciudad de cuatro millones de personas, bastaría con que unas 225 se pusieran de acuerdo para meditar de forma conjunta. Han podido verificar que las ciudades en las que se desarrolló el experimento han visto bajar su tasa de paro, enfermedad y criminalidad de forma significativa. (Esta información ha sido publicada por la revista «Más Allá» nº 71.)
Sea cual sea ese número crítico, lo que es indudable es que cada ser humano tiene en ello su parte de responsabilidad, no cabe esperar sentado a que el mundo evolucione por si mismo. Cuantos más sean los que se comprometan, más rápido daremos el salto.
En las dimensiones 4.5, 4.6 y 4.7 (cuarto Día, quinta, sexta y séptima Revolución) se encuentran seres humanos que han alcanzado un grado de evolución muy superior al nuestro, son los llamados «Hermanos Mayores». Poseen una entidad física bastante parecida a la nuestra y moran en otros planetas. A menudo nos visitan e intentan aconsejarnos y advertirnos sobre el futuro incierto de nuestro planeta si seguimos expoliándolo como lo hacemos.
En la quinta dimensión -analizada con profusión de detalles por Kabaleb en su obra «Interpretación Esotérica del Apocalipsis» el cuerpo físico desaparece, la vida se desarrolla en el plano etérico, un lugar en el que no existe la materia física, ni los cuerpos; se trata de un mundo que está ínter penetrado con el nuestro, pero invisible a nuestros sentidos. Esta es la dimensión angélica, allí moran los ángeles actuales. Aunque la mención de las dimensiones anteriores nos ha alejado un tanto del tema central de este libro, era necesario tenerla en cuenta para situar adecuadamente esta morada angélica y ofrecerle un marco de referencia.
Existen infinidad de categorías angélicas. Algunas, las que prestaron su ayuda para la creación de nuestro sistema solar, provienen de anteriores «Periodos de Manifestación» y es muy difícil indagar acerca de su origen. Otras, según Max Heindel, alcanzaron el nivel angélico en anteriores Días. Hay pues entre las infinitas miríadas de ángeles niveles muy distintos de evolución. Pero en todo caso, lo que ha de quedar claro es que un ángel es un ser que, tras haber alcanzado cierto grado evolutivo, ha perdido su corporeidad física y mora en el mundo de las energías sutiles. Nada en el universo surge por generación espontánea, sino que cada estado es el resultado de una lenta evolución.
Los ángeles no tienen forma, son energía pura, pero algunos investigadores ocultos dicen que pueden tomar una apariencia casi humana cuando lo creen necesario para entrar en contacto con los hombres. Las alas con las que se les suele representar en imágenes y pinturas son en realidad su aura. Ellos no necesitan alas para volar ya que son puro espíritu. Carecen de edad, porque se mueven fuera de nuestra dimensión espacio-temporal y a una velocidad superior a la de la luz.
Los ángeles no mueren como nosotros, pero tienen períodos de descanso tras los cuales asumen un nuevo vehículo etérico. Se alimentan con radiaciones de energía, ya que se mueven en una esfera totalmente inmaterial.



2-Lucifer y los Ángeles caídos 


Su origen


En el mundo de los ángeles impera, como en todos, la ley de polaridad, y en el extremo opuesto de esos mensajeros alados que hemos descrito hasta ahora, se encuentran una categoría de seres que se negaron a trabajar de «pinches» para el «Gran Jefe». Este proceso es ampliamente descrito por Kabaleb en su libro «Los Misterios de la Obra Divina» y sobre todo en su «Interpretación Esotérica de los Evangelios». Él nos cuenta cómo Lucifer, el más brillante representante de la oleada angélica, se negó a seguir las directrices del Creador. En el Primer Día fue creado el Elemento Fuego.
AguaEn el Segundo día de la Creación le tocó el turno al Elemento Agua. Pero cuando, en el Tercer Día el Creador decidió combinar el Agua con el Fuego para que los dos Elementos se conciliaran, una categoría de ángeles bajo el mandato de Lucifer se rebeló, negándose a participar en estos trabajos, ya que ellos se identificaban más con el Fuego. Los Luciferes fueron precipitados al abismo como castigo a su negativa. Dice Kabaleb en el primer libro mencionado: «El Fuego es un Elemento superior al Agua. El Fuego comunica al hombre entusiasmo, voluntad y sed de sabiduría. Pero del mismo modo que no podemos asimilar los minerales que nos nutren sino a través de los vegetales, tampoco podemos asimilar el Fuego celeste en su estado puro, sino que debe sernos suministrado a través del Agua, Elemento que corresponde a las emociones y sentimientos. Es decir, es a través de los sentimientos, del amor, que despertamos a la espiritualidad».
Lo cual equivale a decir que, como veremos más adelante, a través de la plegaria podemos alcanzar la omnisciencia.
En el Cuarto Día de la Creación, en el que actualmente nos encontramos, los Luciferes se vieron desgajados de la categoría angélica. No podían ya funcionar en un Cuerpo Etérico, como los ángeles, pero eran demasiado avanzados en su evolución como para hacerlo en un cuerpo físico como los hombres. Y, como sea que necesitaban un órgano físico para su trabajo evolutorio, se alojaron en la columna vertebral del hombre. Los videntes, al percibir su forma alargada, les asignaron el nombre de «serpientes», y con este término son descritos en la Biblia (aunque también se les llama «cerdos» o «perros») su cabeza toca nuestro cerebro y su cola limita con nuestros órganos sexuales.



3: Los 72 genios de la cabala

Para hablar de su origen, o, mejor dicho, del inicio de sus trabajos con los seres humanos, debemos situarnos en los albores de la Creación. Hemos visto que, al consumir el fruto del Árbol del Bien y del Mal, es decir, al adquirir la facultad del discernimiento, el hombre recibe una gran cantidad de luz que se ve incapaz de asimilar. Lo que podemos considerar como la primera Creación finaliza con el Diluvio Universal, un proceso descrito por Kabaleb en sus obras mencionadas y sobre el que no nos extenderemos por no ser el objeto del presente libro. Nos situamos, pues, en la segunda Creación, que arranca con el final del Diluvio, cuando las aguas volvieron a su cauce. Habiendo aprendido de lo sucedido, el Creador decide cambiar de táctica, y en vez de presentarle al ser humano el «filete» entero, lo trocea. O sea que divide todo el conocimiento divino y lo fracciona en setenta y dos partes para facilitar su comprensión. Cada una de estas partes constituiría una forma de entender la organización cósmica, constituiría una lengua y, por tanto, un grupo humano.
Setenta y dos es el potencial que conlleva el nombre de Jehová -la divinidad que presidió la construcción de nuestro universo- si sumamos el valor numérico de las letras hebraicas que componen su nombre, que son Yod-He-Vav-He:
Yod = 10
Yod-He = 15
Yod-He-Vav = 21
Yod-He-Vav-He = 26
10+15+21+26= 72, el número de los atributos de Jehová. 72 es una cifra cargada de simbolismo: de 72 peldaños constaba la escalera del sueño de Jacob, la que unía el cielo con la tierra. El cuerpo humano consta de 72 partes. Jesucristo, además de los doce apóstoles, escogió a 72 discípulos y los mandó a recorrer el mundo, para hablar de la necesidad de establecer en la Tierra el reino del Amor.
Cada grupo humano, cada una de las 72 naciones creadas, debía aplicarse en aprender u
Jehována parcela del conocimiento cósmico y al frente de cada una de ellas Jehová puso una entidad espiritual: un Genio. Estas entidades pertenecen al linaje angélico, o sea que Jehová escogió, entre los miles de ángeles que pueblan las altas esferas, a un grupo de 72 para confiarles una delicada misión: nuestro aprendizaje. Seguramente el Creador tenía previsto que los seres humanos vivieran, a lo largo de numerosas encarnaciones, en los distintos pueblos, para así impregnarse de la esencia espiritual y experimental que cada uno podía proporcionarle. De esta forma, tenía que llegar un momento en que el hombre hubiera completado su aprendizaje en las setenta y dos asignaturas necesarias para alcanzar la perfección. Tras la perfección, su destino era volverse a fundir en la unidad divina, prescindiendo de su cuerpo físico, aportando al Ego Superior, es decir, a Dios, un enorme bagaje formado con el cúmulo de sus experiencias y de la sabiduría adquirida.
Puede decirse en este sentido que el propósito de la Creación era precisamente éste: crear un vehículo -el humano- capaz de cosechar una serie de experiencias destinadas a enriquecer al Gran Arquitecto del Universo, como dijo el Maestro Jesús: «al espíritu le ha sido dado carne y hueso para que pueda aprender quien es». En efecto, cuando una persona posee un potencial creador, le surge (si no está aletargada) la necesidad de ejercitarlo, para comprobar cuales serán los resultados. Y en este caso, éstos no se ajustaron a los planes primigenios. Y por una razón bien sencilla: el libre albedrío, el regalo supremo que Dios le concedió al ser humano.
Por culpa de, o gracias a su libre albedrío, Pinocho pudo burlar los proyectos de Gepetto de llevarlo al colegio y hacer de él un hombre de provecho; lo mismo le ocurrió al Creador. Los hombres se desviaron todo lo que pudieron de sus planes; en vez de recorrer, uno tras otro, los distintos pueblos, a algunos les dio por aferrarse a ellos (a los pueblos), como uno se engancha a una droga, perpetuándose por un tiempo prolongado en la misma raza, lo cual era contrario a toda evolución. De esta forma invalidaban las enseñanzas proporcionadas por el Genio regente del pueblo en cuestión, ya que repetían el curso encarnación tras encarnación. El resultado fue que los pueblos que profesaban un amor excesivo a su raza fueron dispersados para favorecer así su fusión con otras gentes no pertenecientes a la misma raza. Pero los hubo que, en el colmo de la tozudez y del desconocimiento total de los planes del Creador, aún encontrándose alejados de sus tierras, aún siendo dispersados, volvían a formar núcleos compactos en los que no dejaban penetrar a nadie ajeno a su raza; pero ésta es harina de otro costal. El hecho es que el hombre fue desgajándose cada vez más de sus raíces divinas llegando, como ocurre ahora, a renegar de ellas por completo. Y precisamente en este momento en que hemos alcanzado un punto de inflexión, debemos empezar a recorrer el sendero al revés, es decir, emprender el camino de vuelta. Los 72 Genios han de ayudarnos a conseguirlo.
La personalidad de cada Genio ha sido creada ex profeso para el fin perseguido, es decir, para el programa que tiene que difundir. Veamos cómo se lleva a cabo esta operación : las 22 letras del alfabeto sagrado (ver cuadro nº 4) representan cada una un determinado estado de las energías cósmicas. Cuando la divinidad desea escribir una frase determinada (es decir, crear algo en el mundo físico), moviliza su pensamiento para juntar determinadas letras y se forma una palabra que contiene un potencial preciso, del que emana eternamente una clase de energía, que ha de dar lugar a una realidad concreta en el dominio del pensamiento, de las emociones y en el mundo material.
En lo que se refiere a los Genios, el material energético que encierran las letras que componen sus nombres procede de los ángeles, los cuales tienen la virtud de poder desprenderse de su propia esencia sin verse mermados por ello. Si un hombre da un riñón, se queda sin él, pero en las esferas superiores no ocurre lo mismo, se puede dar un sentimiento, un pensamiento, sin provocar ninguna merma. Así sucede con los cuerpos angélicos, y ellos nos han dado su propia sustancia para que pudiéramos comprender la mecánica del Universo. Estos Genios, formados con esencias angélicas, tamizaron el alimento espiritual y disminuyeron su frecuencia vibratoria para que no cayera sobre nosotros con todo su esplendor y nos anonadara, o sea que convirtieron el «bistec» en papilla para que el ser humano no se atragantara con él, lo dividieron en asignaturas que podemos ir aprobando, vida tras vida, hasta obtener el diploma definitivo de seres humanos realizados.
Los 72 Genios están agrupados en nueve Coros, formados cada uno por ocho Rostros Divinos: Serafines, que trabajan en la esfera cabalística de Kether; Querubines, en la esfera de Hochmah; Tronos, en Binah; Dominaciones, en Hesed; Potencias, en Gueburah; Virtudes, en Tiphereth; Principados, en Netzah; Arcángeles, en Hod y, finalmente, Ángeles, en Yesod.


4: Los Genios Tutelares


Los Genios no lanzan al cosmos sus energías y sus programas de forma arbitraria o en cualquier momento, sino muy ordenadamente y siguiendo unas pautas precisas. Cada uno de ellos dispone de un tiempo determinado para su manifestación, y tiene una ubicación, un domicilio, en el Zodiaco: éste se sitúa en un arco de cinco grados, contando a partir de 0º de Aries. Es decir que el primer Genio rige los grados de 0 a 5 de Aries, el segundo, de 5 a 10 de Aries, el tercero de 10 a 15 y así sucesivamente hasta alcanzar el Genio 72.
El Genio que rige de 5 en 5 grados es el llamado Genio por Domicilio.
Pero existe otro tipo de regencia, llamada por Rotación, a razón de un Genio por grado. El número 1 rige de 0 a 1 de Aries, el 2 rige de 1 a 2, hasta el 72 después de lo cual se vuelve a empezar desde el Genio 1, y ello cinco veces, ya que 72 x 5 = 360º del Zodiaco
En el ciclo diario cada Genio abre su «ventanilla» para atender al personal durante veinte minutos.
Según la doctrina de Agripa, cada ser humano dispone de tres ángeles Guardianes o Genios Tutelares, que son sus ayudantes más directos: uno, el llamado Genio Físico (o por Domicilio) se ocupa de sus asuntos materiales, de su cuerpo físico, de su salud. Determina además, según cual sea su programa de acción (estos programas no figuran en el presente libro, sino en las obras de Kabaleb «Interpretación Esotérica de las Virtudes de los 72 Genios» y «Los Dioses Internos»), la principal misión de la persona en esta encarnación. Para averiguar con exactitud cuál es el Genio Físico de un individuo es preciso conocer el grado en que se ubica su Sol de nacimiento. Saber solamente el día en que uno ha nacido puede ser suficiente si se trata de un día intermedio : por ejemplo el Genio 1 es el Físico de las personas que han nacido del 21 al 25 de Marzo (aproximadamente, ya que el Sol recorre en un año 360 grados en 365 días), pero si el nacimiento fue el día 21 de Marzo a una hora en que el Sol aún no había penetrado en Aries, entonces el Genio Físico en este caso no sería el 1, sino el anterior, el 72. Lo mismo ocurrirá con un nacimiento el día 25 de marzo a una hora en que el Sol se sitúe más allá del grado 5 de Aries, en cuyo caso el Genio Físico no será el 1, sino el 2. Por ello siempre es preferible consultar unas efemérides -tablas astronómicas que indican la posición de los planetas-, o disponer del tema astral, para averiguar exactamente en qué grado se sitúa el Sol de nacimiento.
Carta astralQuien haya nacido con el Sol a 2.5º de Aries pongamos por caso, tiene pues como Genio Físico el nº 1, el que rige de 0º a 5º de Aries.
El segundo Ángel Tutelar es el Genio Emotivo (o Genio por Rotación), el cual cuida de la orientación de nuestros deseos y de todo lo relativo a nuestros sentimientos. Independientemente de cuáles sean sus virtudes genéricas, nuestro Genio Emotivo nos ayuda a superar los estados emocionales, a luchar contra la voz del instinto. Si nos enfrentamos a una decepción amorosa, nos ayuda a salir del bache aportándonos la luz necesaria para lograrlo. El Genio Emotivo de nuestro ejemplo será el que rige de 2º a 3º de Aries, o sea el Genio nº 3, tal y como viene indicado justo antes de cada plegaria, pero para averiguar ese grado será imprescindible emplear las efemérides o disponer del horóscopo particular.
El tercer Ángel Tutelar es el Genio Mental, que se ocupa de las ideas, de todo lo relativo a la mente, al intelecto. Nos ayuda a concentrarnos, a tener buena memoria cuando nos enfrentamos a un examen, o cuando tenemos que dar una charla o solucionar un problema mental cualquiera. El Genio Mental rige los 20 minutos en los cuales se produce el nacimiento de una persona, contando a partir de la hora de salida del Sol, ya que el día comprende 72 períodos de 20 minutos (72x20= 1440'= 24 horas). Por ejemplo, si el día en que nacimos el Sol salió a las 7 h. de la mañana (esto puede averiguarse consultando unas efemérides o un buen calendario) y hemos nacido a las 7.35 h., nuestro Genio Mental es el nº 2 porque de 7 a 7.20 h. rige el Genio nº 1, de 7.20 a 7.40 h. rige el Genio nº 2, etc. Naturalmente, para averiguar el Genio Mental de una persona es preciso conocer con absoluta fiabilidad el momento de su nacimiento, con hora y minuto. Como sea que muy poca gente conoce este dato con exactitud, no todo el mundo puede saber cuál es su Genio Mental.
Pero a quien conozca su hora aproximada, le recomendamos que medite sobre las plegarias y exhortos de tres Genios distintos, el que le corresponde en la franja de los veinte minutos, pero también el Genio anterior y el siguiente, para ver de esa forma con cuál se siente más identificado. Por ejemplo, si uno cree haber nacido entre las 7.30 y las 8 h. y suponiendo que ese día el Sol salió a las 7 h., analizará los mensajes de los Genios números. 2, 3 y 4 para saber con cual se identifica mejor como su Guardián Mental, ya que uno rige de las 7.20 a las 7.40h, el otro de las 7.40 a las 8 h. y el último de las 8 a las 8.20 h.
Es de una importancia vital conocer los programas de acción de los Genios Tutelares, ya que, como hemos visto, ellos determinan la clase de energía de la que disponemos al nacer, el tipo de asignatura que hemos venido voluntariamente a aprobar. Una parte de estos programas está desarrollada en el mensaje contenido en las plegarias y exhortos, los cuales no han de ser sólo leídos o recitados como quien recita el rosario, sino profundamente meditados; pero para conocer el programa completo es preciso recurrir a las obras de Kabaleb antes mencionadas. Los términos empleados en estas plegarias tienen casi siempre doble sentido, el aparente y el profundo. Por ejemplo el Genio nº 24, HAHEUIAH, sirve, entre otras cosas, para protegernos contra los ladrones. Todos sabemos lo que es un ladrón en el terreno práctico, pero a nivel simbólico un «ladrón» es una tendencia que anida en nuestro fuero interno y que pretende adueñarse de nuestros valores. Cuando actuamos despreciando los dictámenes de nuestra conciencia, por ejemplo, estamos permitiendo que el ladrón interno campe por sus anchas. Y esta situación interna, si no la detectamos a tiempo, puede acabar exteriorizándose, haciendo que un ladrón de verdad aparezca en nuestra realidad y nos quite la cartera o las joyas. El Genio 24 nos proporcionará, pues, la luz suficiente -si recurrimos repetidamente a él- para comprender lo que nos está pasando por dentro y para evitar que el robo se produzca en el exterior.
Los tres Genios Tutelares están en todo momento pendientes de sus «pupilos» y conviene recurrir a ellos para solucionar todo tipo de problemas, dudas, padecimientos o dilemas relacionados con el cuerpo físico, el emotivo o el mental. Siempre es mejor dirigirse al Genio correspondiente, es decir, que para un problema de tipo emotivo es preferible recurrir al Genio Emotivo, y lo mismo para los demás.


5: LA INVOCACION A LOS GENIOS 

Cómo entrar en contacto con los Genios


Para empaparnos de las virtudes de los Genios, es necesario entrar en contacto con ellos, y ello se consigue a través de las plegarias que ofrecemos a continuación. Formular el rezo que corresponde a cada uno de ellos equivale a marcar su «número de teléfono» particular. A través del rezo, nos acercamos al Genio, formamos con él una unidad. Si elevamos diariamente una plegaria al que rige por Domicilio (por ejemplo del 21 al 25 de Marzo, conviene rezar al Genio 1) y al que rige por Rotación (averiguando el grado en que se encuentra el Sol en ese día), nos «empaparemos» de su presencia, captaremos -por vía intuitiva- una serie de conocimientos que no hubiéramos podido captar de otra manera, no sólo en el ámbito espiritual, sino también en el material. Pero es fundamental tomar conciencia de que conectar diariamente con los rezos y exhortos de los Genios no es como leer la prensa o una novela, es decir algo que puede dejar de hacerse y no pasa nada, sino que encierra un significado grandioso. Teléfono En efecto, el programa adscrito a cada Genio cada día del año determina la clase de energía que el cosmos nos manda en aquel momento para que la desarrollemos y la transformemos en situaciones y actos generadores de conciencia. Existen pues varios tipos de programas-asignaturas que llevar a cabo : los que corresponden a los tres Genios tutelares y que, como hemos visto, parten de la posición del Sol de nacimiento de una persona. Estas pueden ser consideradas como las asignaturas principales que habrá que desarrollar a lo largo de toda una existencia. Pero paralelamente, existen una serie de programas colaterales -igual que en cualquier programa de estudios- que todos los seres humanos han de ir trabajando de forma colectiva cada día.
Por lo tanto, quienes deseen vivir en armonía con las fuerzas del cosmos -condición sine qua non para conseguir una armonización interna y un estado de paz y serenidad- deberán hacer un pequeño hueco en su agenda diaria para sintonizar con el rezo y el exhorto del Genio correspondiente, con el sincero propósito de intentar captar el mensaje y llevarlo a la práctica.
Daremos de ello un ejemplo práctico para despejar las posibles dudas. El día en que se escribe este texto, 28 de Noviembre de 1994, decido conectarme con el Genio que rige por domicilio, para aprovechar plenamente las energías en curso. Es el que domina del 28 de Noviembre al 2 de Diciembre (aproximadamente) : DANIEL, el nº 50. Primero lo llamo a través de la plegaria, en la que le ruego que me conceda la fuerza y la luz necesarias para «ser capaz de revelar a los demás su potencial dormido, para hacer nacer en ellos una nueva ilusión, sacándolos de su indecisión», según dice el rezo.
Una vez en posesión de este maravilloso carburante, me dispongo a meditar sobre el exhorto para ver qué es lo que quiere de mí el Genio, qué es lo que espera que yo haga. El exhorto dice que el ángel espera que yo utilice su energía -la que él me ha dado cuando se la he pedido a través del rezo- para insuflar el deseo de ponerse en marcha a aquellas personas que por un motivo u otro están vegetando, a aquellas que se han parado, que han perdido la ilusión por vivir, de manera que después de hablar conmigo tengan nuevos deseos de combate, tengan fuerzas para enfrentarse a la vida y para acometer nuevos proyectos.
Acto seguido, intento hacer un recuento de las personas que me rodean para saber si una de ellas necesita este tipo de ayuda. No resulta nada difícil encontrarla porque las gentes sin ilusiones que en vez de ser, simplemente están, pululan por todas las esquinas. Pienso en una conocida en concreto -llamémosle María- y empiezo a diseñar una estrategia para brindarle la ayuda que yo creo necesaria. En efecto, hace falta cierta estrategia porque no puedo llamar de repente a esta persona y decirle que le voy a dar una receta para que salga del tedio en que está sumida. Podría interpretarlo como una intromisión en su vida privada o como una muestra de suficiencia por mi parte. Además, recuerdo que el Cristo dijo en cierta ocasión, cuando una mujer le requería desde su casa a lo lejos para que curara a su hijo enfermo, que había que esperar a que el otro hiciera la mitad del camino. El Cristo esperó a que la mujer, en un acto de voluntad e iniciativa propia, saliera de su casa y se dirigiera hacia El. Y cuando la mujer había recorrido la mitad de la distancia que la separaba del Maestro, éste le indico que podía volver con su hijo, porque ya estaba curado. Con ello no me estoy comparando con el Cristo (jamás tendría esa osadía), sino que intento, en la medida de mis posibilidades, adoptar las mismas pautas, imitar sus métodos.
Pero ¿cómo lograr que una persona se acerque a mí sin que yo se lo sugiera directamente? Pues muy sencillo, a través de la plegaria y la meditación, dirigiéndome a su alma, mucho más receptiva que el cuerpo, ya que está despojada de máscaras y prejuicios de todo tipo. Tras rezarle a DANIEL, le comunico que si me considera apta para ayudar a la persona en cuestión, se lo transmita a su alma de manera que físicamente ella encuentre algún motivo o excusa para ponerse en contacto conmigo. Sólo me queda esperar a que todo ello surta efecto, cosa que no dudo porque no es la primera vez que realizo este ejercicio.
Transcurridos cuatro días, «María» me llamó diciéndome que tras haber leído un trabajo mío en una revista se había acordado de mí 
Rezary que le apetecía mucho verme. Lo del trabajo en cuestión fue sin duda una excusa inconsciente que me había puesto María, ya que era evidente que su llamada era una respuesta a la que yo le envié a través del Genio DANIEL. María vino a verme y me contó que estaba muy desmotivada porque se encontraba sin trabajo desde hacía mucho tiempo. Me habló de sus desengaños en relación con este tema. Le monté la carta astral y juntas comprendimos el porqué de sus disgustos. Intenté como pude descubrirle horizontes para ella inexplorados y sugerirle nuevas actividades. Finalmente, cuando nos despedimos, aparentaba ser otra persona. Había descubierto aspectos de si misma que ignoraba por completo y se llevó con ella la semilla de nuevas ilusiones que deberá encargarse de hacer fructificar. Le di mentalmente las gracias a DANIEL por haber escuchado mi plegaria y por haberme permitido cristalizarla con tanta eficacia y rapidez.
La última vez que invoqué al Genio DANIEL, me contenté con recitar su plegaria sin pensar en nadie en concreto, pero eso sí, masticando cada concepto, intentando penetrar en el sentido profundo de cada palabra. Por la tarde, me llamó por teléfono una persona de la que llevaba al menos seis meses sin saber nada para contarme que se encontraba muy desmoralizada, como bloqueada, por culpa de unos problemas familiares. Como estoy absolutamente convencida de que la casualidad no existe, pensé inmediatamente en DANIEL y en lo bien que hacía su trabajo. Estuve pues hablando largo y tendido con esta persona, intentando animarla y hacerle ver sus problemas de forma positiva, o en todo caso bajo un prisma totalmente distinto. La ayudé de alguna manera a salir del ruedo para ver los toros desde la barrera, a mayor distancia, con más objetividad. Luego intenté conectarla con unos proyectos que yo traía en mente para motivarla un poco, a sabiendas de que cuando uno activa su voluntad (es decir, Kether) en cualquier sentido, los problemas se esfuman porque empieza a perfilarse una nueva realidad que barre a la anterior.
Creo que el resultado de todo ello fue positivo para esta persona pero, como en el universo todo lo que se da también se recibe por otro lado, y muchas veces multiplicado, yo también saqué de ello un beneficio, porque gracias a aquella conversación volvió a tomar cuerpo para mí un proyecto muy querido que había aparcado momentáneamente porque no llegaba a concretarlo, a darle forma. Al hablar de ello, empezaron a surgir en mi mente como los brotes de mayo una serie de ideas originales que me han permitido completar el puzzle y darle una forma bien definida. Así que las cuatro horas que invertí (nunca mejor dicho) en ayudar a aquella persona han resultado para mi altamente beneficiosas. Y de paso me permitieron comprender una vez más de forma práctica la mecánica de los Genios de la Cábala.
Ganarse la confianza de un Genio, y por tanto conseguir que nos conceda sus virtudes, no sólo consiste en mandarle un rezo, sino en cumplir con una serie de requisitos, el primero de los cuales consiste en ser fieles a sus mandatos, es decir a lo que el Genio espera de nosotros. Y esto puede averiguarse meditando sobre el Exhorto. En la plegaria le pedimos algo al Genio, y en el Exhorto, él nos lo pide a nosotros. Supongamos por ejemplo que aspiro a llevar a cabo algún tipo de heroicidad en un campo cualquiera; recurriré para ello a VEHUIAH, Genio nº1 y le pediré, a través de su plegaria, ser «el abanderado, el héroe, el primero, el (la) que posee la superabundante energía con la que se realizan los milagros etc..» Si he nacido del 21 al 25 de Marzo, o bien si mi Sol se encuentra en los grados indicados antes de la plegaria (12 a 13 de Géminis, 24 a 25 de Leo etc...) es decir si VEHUIAH es mi Genio Físico o Emotivo, podré invocarlo cualquier día del año y a cualquier hora. Pero si no es uno de mis tutelares, entonces tendré que respetar sus horarios de ventanilla : del 21 al 25 de Marzo, o cuando el Sol se encuentre en los grados citados (vienen indicados justo antes de la plegaria) o bien en sus veinte minutos de regencia diaria, es decir de las 0 h. a las 0. 20' después de la salida del Sol. Por ejemplo, el 28 de Noviembre el Sol (según el calendario zaragozano) sale a las 7. 15 h. Pero como llevamos en este momento una hora de adelanto, en mi reloj sale a las 8.15 h. Los veinte minutos correspondientes a VEHUIAH son pues, en este día, los que van de las 8.15 a las 8.35 h. Pero este cálculo tendré que hacerlo a diario si quiero aprovechar, para éste o para otros Genios, los veinte minutos de regencia, ya que el Sol sale cada día a una hora diferente y tendré cuidado de tomar la hora de salida del Sol del lugar en el que me encuentro ya que, por ejemplo, el Sol sale en Barcelona 22 minutos antes que en Madrid.
Pero como sé que antes de recibir, hay que dar, averiguaré qué es lo que requiere de mí VEHUIAH en su Exhorto : me habla de acercarme a la «Religión del Padre», y como no ignoro que hay que leer estos mensajes entre líneas, sé que no me está pidiendo que me afilie a ninguna secta ni que acuda a ningún grupo religioso en especial. Religión viene de religare = volverse a unir, por lo tanto lo que tengo que hacer es intentar unirme a ese Padre, que no es otro que mi Ego Superior, la parte divina de mi personalidad. A través del rezo, de la meditación o del estudio del programa de los Genios que rigen los planetas de mi tema astral, tengo que intentar averiguar qué lecciones me tiene preparadas ese «Padre» interno y estar dispuesta a asimilarlas. De esta forma, estaré cumpliendo con los designios de VEHUIAH y podré esperar que en contrapartida, él también me conceda lo que yo le pido.
TriánguloClaro que esto a mí me resulta fácil porque juego con ventaja, al poseer previamente nociones de Astro-Cábala y conocer al dedillo mi programa profundo. En cambio, ¿qué puede hacer una persona que no tenga ni la más remota idea de cuál es su programa ? Pues simplemente, conectar con sus Genios tutelares o con los que rigen cada día del año y lo demás vendrá por añadidura. En efecto, la conexión con los Genios contribuye a elevar nuestro nivel de vibraciones y de comprensión. Aunque una lección o una materia nos parezca difícil o incluso incomprensible, el hecho de acercarnos al profesor que la imparte, de darnos a conocer, de presentarle nuestra «tarjeta de visita» hará que éste nos tome más en cuenta y se esfuerce el doble para que alcancemos la comprensión. Lo que ocurre en la Universidad también pasa en el cosmos ya que «como es arriba es abajo».
Supongamos que hoy requiero los servicios de MUMIAH, el último Genio. Se indica que en el ciclo diario su «ventanilla» se abre de las 23.40 a las 24 h. después de la salida del Sol. Al dato 8.15 h. (hora en que sale el Sol hoy) le añado pues 23.40 y obtengo 31.55, pero como sea que el día no tiene más de 24 horas, a 31.55 le resto 24 h. y obtengo las 7. 55 h., desde esta hora (del día siguiente), hasta veinte minutos más tarde, es decir hasta las 8.15 h., podré dirigirme a MUMIAH.
Resumiendo este capítulo, diremos que las Plegarias y Exhortos tienen por objeto hacernos entrar en sintonía, o sea armonizar nuestra intensidad vibratoria con la Fuerza que preside cada jornada, a fin de trabajar al unísono con ella. Cuando esto se consigue plenamente, la ciencia de que es portador el Genio nos es infundida poco a poco, y acabaremos por saberlo todo sin necesidad de un estudio analítico. Conviene pues meditar estos textos ya que entre líneas se esconde un conocimiento más profundo que el que pueda ser expresado por vía intelectual. Al invocar a los Genios, estaremos actuando sobre el mundo de manera muy intensa y contribuiremos a su armonización ya que ellos están ahí para descargar sus virtudes sobre los hombres que se las reclaman. Kabaleb decía a menudo que si el mundo estaba tan desquiciado era porque nadie solicitaba las virtudes de Dios, nadie se aprovecha de la ley del «pedid y se os dará».
Es importante recalcar que las peticiones a los Genios requieren cierta dosis de rigor y de lógica, teniendo en cuenta que todo deseo o anhelo comunicado a la divinidad ha de obtener su respuesta un día u otro porque así está establecido. Por ejemplo imaginemos que una persona con vibraciones muy bajas (porque fuma demasiado, se droga, porque es codiciosa, etc..) decide, porque posee cuatro conocimientos, abrir un centro de meditación o una escuela esotérica para impartir estos conocimientos y de paso hacer un buen negocio, y que solicita para ello la ayuda de sus Genios tutelares, o bien de los Genios que se ocupan de proporcionar éxito en las empresas. Puede ocurrir que la llamada -sobre todo si es intensa y repetida- obligue a las entidades angélicas a desembarcar en los aposentos internos de la persona en cuestión. Y entonces lo superior se comerá literalmente a lo inferior, lo disolverá desequilibrando la salud de la persona aludida, su estructura se derrumbará hasta que comprenda que sus problemas nacen de su falta de coherencia. Y tal vez le cueste entender porqué, dedicándose a la espiritualidad (aunque a tiempo parcial) su salud es tan mala y las cosas le van tan mal.
Por otra parte, si se acude al Genio de la prosperidad para pedirle que nos toque la lotería y ello no entra en nuestro programa para la presente vida, nada lograremos. En cambio, si en vidas pasadas hemos dado a los demás nuestros valores, materiales, emotivos o mentales, es muy posible que la experiencia de la prosperidad económica sí esté inscrita en nuestro programa, de forma natural (por nacer en una familia con muchos medios), o a través de la suerte en el juego por ejemplo. En este caso, el Genio sí podrá atender la petición.














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